Se ofrece este encantador chalet adosado de piedra en Vilafranca de Bonany, Mallorca, como una joya atemporal que fusiona la historia y la modernidad en un escenario idílico. Construido originalmente en 1930 y meticulosamente remodelado en el año 2000, este hogar emana el encanto tradicional mallorquín con una superficie construida de 200 m2 sobre una parcela de 169 m2.

Al ingresar, te recibe un amplio vestíbulo que te conduce a la esencia de esta morada. En la planta baja, una habitación simple con ventana al exterior captura la luz natural y brinda una sensación acogedora. El salón comedor, con acceso a la cocina, se convierte en el corazón de la casa, donde la familia y los amigos se reúnen para crear recuerdos inolvidables. La cocina, de generosas dimensiones y equipada con todos los elementos modernos, incluye una isla central y una impresionante chimenea, que añade calidez y carácter. Además, un baño completo y un área de despensa completan este nivel.

En el fondo de la propiedad, un encantador patio se convierte en un oasis privado, adornado con un frondoso limonero, una fuente y un área de barbacoa perfecta para disfrutar de las noches de verano. Una mesa de comedor exterior cubierta ofrecen comodidad y funcionalidad para el entretenimiento al aire libre.

Subiendo las escaleras hasta el primer piso, te reciben un luminoso salón con chimenea, creando un espacio acogedor para el descanso y la relajación. Dos habitaciones dobles idénticas, con ventanas que se asoman a la fachada sur, ofrecen un refugio tranquilo para el descanso. Además, un estudio y un baño completo completan este nivel. Desde aquí, se accede a una terraza con vistas panorámicas hacia el norte del pueblo y al encantador patio del limonero, ofreciendo un lugar perfecto para disfrutar de las vistas y el clima mallorquín.

Vale la pena resaltar que este chalet cuenta con todas las comodidades para entrar a vivir de forma inmediata. Sus sendas chimeneas, un radiador de luz infrarroja, y las bombas frio/calor constituyen un sistema robusto y confiable para lidiar con el húmedo invierno mallorquín, además la casa se apoya en los 300 días de sol de los que goza Mallorca al año, para potenciar toda la energía que necesita la casa de manera muy eficiente.

Con su cuidadosa conservación del carácter mallorquín, incluyendo arcadas, paredes de piedra y vigas de madera en las cubiertas, este chalet adosado ofrece una oportunidad única para vivir el estilo de vida mediterráneo en un entorno encantador y auténtico.